marigolds stock

My Ofrenda Story

Honoring Life Through
Día de los Muertos

Honrando la vida en
el Día de los Muertos

 
dia-los-muertos-oct-2025

 

I grew up in the city seeing the Day of the Dead holiday come to life with ornamented school patios, plazas, and cultural centers. I loved sitting around the dining table with my family, cutting out intricate papel picado for the school altar honoring the dead. My dad was so skillful with paper. He was an accountant, so this is where I would see his artistic side. But to be completely honest, it was a festivity that I couldn’t really understand when I was young. All I knew was that it was colorful and bright, and there was candy!

Crecí en la ciudad viendo cómo la celebración del Día de los Muertos cobraba vida en patios escolares, plazas y centros culturales decorados. Me gustaba sentarme en la mesa del comedor con mi familia, recortando papel picado con formas intrincadas para el altar de la escuela en honor a los muertos. Mi papá era muy hábil con papel. Era contador público, una persona analítica, sin embargo, esa era una manera donde podías ver su lado artístico.  Pero siendo sincera, era una festividad que realmente no podía entender cuando era chica. Todo lo que yo sabía era que era colorido y brillante, y ¡que había dulces!

 

 

Dia De Los Muertos
Dia De Los Muertos

 

Years later, when my dad passed away, my perspective changed. Suddenly, the holiday was everywhere I looked: the movie Coco was released. I watched James Bond in Spectre find himself in a procession of Catrinas on a Mexico City street, looking gorgeous in a skeleton suit. I began to see Día de los Muertos differently, as an opportunity to honor and celebrate our loved ones, to silently heal a little, and to reconnect with the stories of the people who left us before we were ready.

Some might find the celebration of death strange, but Daniel Miller, M.D., a specialist in palliative care, says exposure to death in the developed world has been omitted from our life experience, leaving us disconnected from death as a natural part of life. I found his words deeply heartrending and liberating, but I also understood them on a biological level as a plant recorder at the Chicago Botanic Garden.

Humor, too, plays a role in how we embrace death. In Día de los Muertos traditions, people write playful, poetic verses called calaveritas literarias, “literary little skulls”, to living family and friends, showing our writing skills and artistic side while we make fun of each other’s quirks. These verses remind us that even in the face of mortality, joy and laughter endure.

Now, I see this celebration as a loud and majestic way of expressing ourselves. I experience it as a symbol of community, a unifying, conciliatory tradition that weaves together memory, cultural identity, and creativity. The Day of the Dead runs deep in Mexican history and dates back to the days before Spanish conquest. According to UNESCO, it is an ancestral celebration recognized on the Intangible Cultural Heritage List. Pre-Columbian civilizations had celebrations that honored the dead, and the Mexica, who worshipped death, would see it as one cycle more in life. This Indigenous cosmovision, or worldview, still prevails in modern culture.

Over time, this Indigenous tradition intertwined with Catholic faith, blending rituals and symbols into a syncretic celebration. Rooted in agriculture, it eventually merged with harvest time and the Catholic observances of All Saints’ Day and All Souls’ Day. Mexico is multiethnic and multicultural, and this richness has allowed diverse expressions of the holiday in the city and in the countryside. 

This celebration has transformed over the centuries, but some things remain the same when setting up an altar or ofrenda. My ancestors used the marigold, or cempasúchil, a fragrant flower used to guide the spirits to find their way with their strong scent. We know that aromas are tied to feelings, and when you see a place full of marigolds, a flower that represents the sun, a wave of emotions can appear. The spirituality of the holiday is heightened when using incense or copal (a tree resin of Protium copal); it’s a mystical experience.

Other elements of an ofrenda are water and salt, symbolizing the purity of the souls and their protection. Adding candles helps the spirits in the underworld find their way into ours. The altar must also have food and beverages that our loved ones enjoyed, and of course, photographs. This is the element that I cherish the most.

Building and creating an altar with and for staff at the Garden has been a meaningful experience, one where my culture is amalgamated and visible. This ofrenda brings people together and sparks creativity, imagination, and connection. Sitting around a table with colleagues from across the Garden, folding hundreds of paper marigolds together, I couldn’t help but think that I am my father’s daughter.

Años más tarde después de que mi papá murió, mi perspectiva cambió. Repentinamente este día festivo estaba presente en todos lados: la película de Coco se estrenó. También vi a James Bond en la película de Spectre encontrarse en una procesión de Catrinas en una calle de la ciudad de México luciendo bellísimo en un traje de esqueleto. Empecé a ver el Día de los Muertos de manera diferente: como una oportunidad de honrar y celebrar a nuestros seres queridos, y tal vez seguir sanando un poquito calladamente, y al mismo tiempo conectarse otra vez con las historias de las personas que nos dejaron antes de que estuviéramos listos.

Algunas personas encuentran extraño celebrar la muerte, pero el Dr. Daniel Miller, un especialista en cuidados paliativos dice que la exposición a la muerte en el mundo desarrollado ha sido omitida de nuestra experiencia de vida, dejándonos desconectados de la muerte como una parte natural de la vida. Encontré sus palabras profundamente desgarradoras y liberadoras, pero también las comprendí a nivel biológico como registrador de plantas en el Jardín Botánico de Chicago.

El humor juega un papel importante en la vida de los mexicanos en cómo afrontamos la muerte. En las tradiciones del Día de los Muertos, la gente escribe de manera juguetona versos, las famosas calaveritas literarias a familiares y amigos vivos, mostrando nuestras habilidades para escribir en rimas mientras nos burlamos de las peculiaridades de los demás. Estos versos nos recuerdan que incluso frente a la mortalidad, la alegría y la risa perduran.

Ahora veo esta celebración como una manera llamativa y majestuosa de expresarnos. La experimento como un símbolo de comunidad, una tradición unificadora y conciliadora que entrelaza la memoria, la identidad cultural y la creatividad. El Día de los Muertos tiene raíces profundas en la historia mexicana y se remonta a los tiempos anteriores a la conquista española. Según la UNESCO, es una celebración ancestral reconocida en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial. Civilizaciones precolombinas tenían celebraciones que honraban a los muertos, y los mexicas, que veneraban la muerte, la veían como un ciclo más en la vida. Esta cosmovisión indígena todavía prevalece en la cultura moderna.

Con el tiempo, esta tradición indígena se unió con la fe católica, fusionando rituales y símbolos en una celebración sincrética. Arraigada en la agricultura, eventualmente se mezcló con la época de la cosecha y las celebraciones católicas del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos. México es multiétnico y multicultural, y esta riqueza ha permitido diversas expresiones de la festividad en la ciudad y en el campo.

Esta celebración se ha transformado a lo largo de los siglos, pero algunas cosas siguen siendo las mismas al montar un altar u ofrenda. Mis antepasados usaban la caléndula, o flor de cempasúchil, una flor perfumada utilizada para guiar a los espíritus y ayudarles a encontrar el camino con su fuerte aroma. Sabemos que los aromas están ligados a los sentimientos, y cuando ves un lugar lleno de cempasúchiles, una flor que representa al sol, puedes sentir una oleada de emociones. La espiritualidad de la festividad se intensifica al usar incienso o copal (una resina del árbol Protium copal) y así esto se convierte en una experiencia mística.

Otros elementos de una ofrenda son el agua y la sal, que simbolizan la pureza de las almas y su protección. Añadir velas ayuda a los espíritus del inframundo a encontrar el camino hacia el nuestro. El altar también debe de tener comida y bebidas que nuestros seres queridos disfrutaban y, por supuesto, fotografías. Este es el elemento que más valoro.

Edificar y crear un altar con y para el personal del Jardín ha sido una experiencia significativa, una en la que mi cultura se amalgama y se hace visible. El puro acto de crear una ofrenda genera vínculos sociales, despierta la creatividad y la imaginación. Sentada alrededor de la mesa con mis colegas del Jardín doblando cientos de caléndulas de papel, no podía evitar pensar que sin duda soy la hija de mi padre.